IMPACTANTE, LAMENTABLE, INDIGNANTE / Michelle Recinos

IMPACTANTE - LAMENTABLE - INDIGNANTE


Autora: Michelle Recinos
País: El Salvador
Narrador: Mario Peralta
PONEspañol Narraciones

Tres hombres en Turquía destrozaron el rostro de un indigente con un martillo a plena luz del día. Impactante, lamentable, indignante. Tavito Meza repasa sus líneas por tercera vez. La maquillista se excede con el polvo. Tavito tiene miedo de que los televidentes noten que hay una inconsistencia entre la piel de su rostro y la piel de su cuello. Le pide que difumine más el polvo. La maquillista le peina las cejas pobladas, herencia del abuelo materno, y le dice que está listo para salir.

Sale del cuartito de maquillaje. En el pasillo se encuentra a la pasante de periodismo. Caderas anchas, pecho pronunciado, piel morena. Le guiña el ojo de una forma en la que está seguro que ella no notará jamás que el gesto fue un guiño. La pasante se sonroja. Si tan solo no tuviera a Vilma, piensa Tavito mientras camina hacia el set de grabación.

Las luces aún consiguen cegarlo como si fuera la primera vez que pisa el estudio. Avanza hacia el escritorio, que con la magia barata de la pantalla verde se verá en sus pantallas, señoras y señores, como un novedoso estudio de noticias al mejor estilo del primer mundo. Tavito saluda a los camarógrafos. Checa el telepronter. Se pasa la mano por el cabello tieso por el Moco de gorila. Al aire en cinco. De qué iba el video, piensa. Cuatro. Ah, sí, los locos turcos. Tres. Es que en Turquía son locos, va. Dos. Impactante.

Tres hombres en Turquía destrozaron el rostro de un indigente con un martillo a plena luz del día. Sí, señores y señoras, el hecho tuvo lugar en la provincia turca de Sakarya. Los hombres aprovecharon que el indigente se encontraba durmiendo en un parque y lo atacaron a martillazos. Le dan play al video. Un hombre con una sudadera amarilla golpea seis veces el rostro del indigente. Uno. Dos. Tres. Al cuarto golpe el rostro del indigente no es más que una masa casi sin forma entre roja y morada. Uno de los camarógrafos se concentra en el video. El otro camarógrafo cierra los ojos por unos segundos. Cinco. Seis. Un hombre con camisa negra sonríe a la cámara y toma el martillo. Suelta tres golpes en el pecho. El indigente se mueve como pez fuera del agua. Extiende los brazos. El de la sudadera amarilla vuelve a golpear al indigente. Uno. Dos. Tres

Impactante, dice Tavito. Así es, damas y caballeros en casa, lo vio primero aquí en su programa Impactante, lamentable e indignante. Ponemos en pantalla la repetición. Fíjese como le sueltan los golpes. Fíjese en los últimos movimientos respiratorios del ciudadano. Dios nos guarde de una muerte como esa. Pedimos a producción que haga una pausa. Fíjese como se para en sus dedos. Casi podemos escuchar como truenan. Regresemos. Un hombre con una sudadera amarilla golpea seis veces el rostro del indigente. Uno. Dos. Tres.

Un automóvil atropella a una anciana a plena luz del día en la ciudad de Vladivostok en Rusia. Usted puede ver, señor y señora en casa, cómo la pobre señora sale volando y se estrella en el pavimento. Y en Savannah, Estados Unidos, un hombre perdió la mitad del brazo al caer al piso mientras manipulaba una segadora. Retrocedamos el video, tenemos el momento exacto en el que la máquina expulsa los restos de la piel y los huesos del hombre. Y en alguna ciudad de la India un niño cayó en una fosa séptica y se ahogó en las heces fecales de todo un barrio. Impactante, lamentable, indignante.

Sigue el comercial de lejía que regala una cocinita eléctrica a cambio de seis empaques vacíos del producto. Tavito se va al cuartito que funciona como camerino y que también alberga los equipos que ya no se utilizan o que no sirven. Se sienta frente al espejo y se acomoda el cabello. Piensa en la pasante. Piensa en Vilma. La pasante, en definitiva, le gusta más que Vilma. Le preocupa el corte del polvo en su rostro y su cuello. La puerta se abre de repente. Meza, le saluda Vargas. Vargas, contesta Tavito sin separar la vista de su reflejo. Estamos revisando las interacciones vía mensaje de texto. La gente enloqueció con el vídeo de los turcos.

Ya, dice Tavito. Figurate que lo que viene después de anuncios se llama El sillón del amor. Lo mandó un seguidor del programa. Tavito se concentra en un barrito que amenaza con explotarle en la barbilla. Ese video va a arrasar.

Vargas, dice Tavito. Qué. Mirá, sobre lo del noticiero. Ajá. Yo creo que ya es hora de que me mueva. Si querés estar en el noticiero, dice Vargas. Me lo merezco, ¿o no?, contesta Tavito. Pero vos sos el rostro de Impactante, Lamentable, indignante. Tavito no contesta. ¿O no, Tavito? El granito se va a convertir en un cuerno en su barbilla en los próximos días. ¿O no, Tavito? Sí, contesta finalmente. No se te olvide, sos el rostro de Impactante, lamentable, indignante.

Regresa al estudio. Esta vez no se encuentra a la pasante en el pasillo. Se acomoda la corbata, se alisa el saco, se acomoda los lentes. Suena la melodía del solo de guitarra con distorsión tomado de una banda gringa de los ochenta que casi nadie conoce. Estamos de vuelta con su programa Impactante, lamentable e indignante. La cámara enfoca a Tavito. Buen provecho si usted cena a esta hora, amigo televidente. Aparece, en la pantalla de los televisores de cientos de hogares en el territorio nacional, una etiqueta con el nombre de Tavito Meza y "presentador" en letras más pequeñas. Mire, el siguiente vídeo lo va a dejar helado y caliente al mismo tiempo. Cómo se llamaba, piensa. Mira al telepronter. El sillón del amor. Recuerda que no lo vio antes de salir al set. Helado y caliente, repite. El vídeo habla por sí solo, vamos a verlo. Señala con el dedo a la cámara.

Un hombre y una mujer tienen relaciones sexuales en una habitación de motel. Las paredes del cuartito están pintadas con pintura verde de aceite. La pintura da sensación de calor que sofoca. El ángulo de la cámara indica que la misma es un teléfono celular y que se encuentra apoyada en una superficie más bien inestable, por lo que se deduce que se tomó desde la cama. La pareja se encuentra en el sillón del amor, una pieza curva de mobiliario que permite que la mujer esté encima del hombre y que este se recueste en una posición inclinada. El hombre tiene un trozo de tela en el pecho. El productor decide hacer el acercamiento. Tavito cree reconocer el pedazo de tela. Es un calzón morado con lunares blancos. Muy comunes en la lencería, piensa.

La mujer intenta levantarse del regazo del hombre. Parece ser que algo no se lo permite. La mujer intenta de nuevo. El hombre coloca sus manos en las axilas de ella. Intenta moverla. Ella tiene una cabellera rubia tinturada y es de complexión gruesa. Intenta levantarse pero algo no se lo permite. Tavito, a su vez, intenta entender qué sucede en el vídeo. La mujer mueve la cabeza y aparta el cabello de su rostro. Tavito cree reconocer el rostro. Es una cara blanca. La resolución del vídeo solo le permite reconocer unas cejas delgadas y una nariz ancha. Un rostro muy común entre las mujeres, piensa.

A continuación la mujer se impulsa hacia arriba con los pies. Sus senos flácidos, sin ninguna censura de parte de la producción, se agitan de arriba abajo y parecen a punto de golpearle el rostro al hombre. Ella coloca los pies en el suelo y el tobillo se tuerce. Los dos caen, compenetrados, al suelo. Alguien, no se sabe si la producción o quien envió el video, agregó un efecto de risas del público en ese momento. Tavito reconoce el rostro adolorido de la mujer.

Aquí podemos ver, damas y caballeros, como la pareja de enamorados lleva su idilio hasta el infierno. De forma figurada, claramente. Repiten el video. El público ríe. Quiénes serán esas personas que se ríen, piensa Tavito. Y si están muertas ya. Estoy escuchando gente muerta que ríe. Pedimos a producción que haga un acercamiento al rostro de ella. Y cuando ambos, compenetrados, caen al suelo y pareciera que todo se trata de un nudo de piernas y brazos y cabellos y senos flácidos los televidentes pueden ver la expresión adolorida de ambos. Aquí se ve, querido televidente, el dolor de Vilma al enterarse que jamás podrá sacarse a Esteban del cuerpo. Las risas suenan nuevamente. El hombre y la mujer vuelven a caer al suelo.

Y Tavito Meza pide que repitan el video. Producción lo repite tres veces. La cámara enfoca a Tavito. Impactante, lamentable e indignante, agrega él. Y ahora nos trasladamos hasta Totonicapán, Guatemala. Específicamente al río Usumacinta. Y es que ahí, señoras y señores, unos niños encontraron una bolsa que contenía, escúchelo bien, restos de cabello humano y dos dedos cercenados. Se presume que los restos de pelo son de mujer. Aquí podemos ver el momento exacto en que uno de los niños saca la bolsa que llegó flotando a la orilla del río. Cuando la abren aparece la pelusa, un vestido sucio, una candela negra a la mitad y los dedos cercenados. Uno de los niños llora en la pantalla. Y tres personas se ahogaron en el río Mekong en Vietnam. Pero no se despegue porque estos niños en Tijuana perdieron medio brazo al intentar limpiar un molino que estaba conectado. No le cambie, ya volvemos con su programa Impactante, lamentable e indignante. Y el solo de guitarra de los ochenta empieza a sonar y le dan la señal de que iban a comerciales. Las pastillas para el colon aparecían en cientos de pantallas a nivel nacional y Tavito Meza sintió ganas de llamarle a Vilma. Pero antes se fue por el pasillo largo con la esperanza de encontrarse a la pasante para hablarle del programa, de su matrimonio y del sillón del amor. Después de todo, la pasante le gustaba más que Vilma.


Publicación LPG

Editorial LOS SIN PISTO
Un cuento del libro "Flores que sonríen" de Michelle Recinos (disponible en Librería UCA y con nosotros al WhatsApp 76824079).
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