UNO X UNO / Mario PERALTA

Cuento: ¡ UNO POR UNO !…
Autor: ©MarioPERALTA
Tokio, Japón
PONEspañol Narraciones


Se quedó con los ojos clavados en los mosaicos del piso, fue bajando su cabeza lentamente, sin pestañear y de repente… ¡ZAS! con su mano izquierda, capturó rápidamente algo del piso, y en un santiamén se lo metió en la boca. Mantuvo los labios apretados y sus poderosas mandíbulas comenzaron a masticar con fuerza, tronaban como si comiera quiebradientes… sus ojos azules le brillaban en la cara rubicunda y su bigote se movía a ritmo de cada masticada… luego se echó un doble de vodka Smirnoff puro.

––¡Pucha! ¿Qué era eso?…  ––dijo tío Beto extrañado, al ver el movimiento camaleónico.
––Algo que recogió del suelo… pero no alcancé a ver qué era ––dije yo con sorpresa.
––¿Qué fue eso Chalito?…––repreguntó mi tío.
––UN GRILLO… ––repuso Chalo carcajeándose.
––¡N’ombre! ¡No jodás Chalito!… ¡pero si aquí tenemos pacayas, jocotes, jícamas, nachitos o lo que querrás hombre!
––Sí, pero cuando a uno le toca allá en la montaña, uno come lo que caiga tío…
––De acuerdo Chalito, pero aquí no estás en la montaña hombre. Estás en mi casa y te sirvo con cariño lo que vos querrás… ¡No jodás con los grillos hombre!… ––Obviamente, era desagradable ver a Chalo haciendo eso, no había costumbre de comer insectos, ni de chiste. Esto era resultado del entrenamiento que Chalo había recibido con los gringos en Fort Benning. 




––Es que Chalo está practicando tío... y esto que siempre anda en ese su perol que da miedo… ––terció Juancho, el otro primo, en son de mofa.
––¡Chis, mi helicóptero es cachimbón! ¡Vos sos el miedoso que no te querés subir a mi nave!–– Repuso Chalo, orgulloso de ser piloto aviador de la Fuerza Aérea.
––Pues yo prefiero fajarme en tierra… ¡Toda la vida! ¡Los peroles se caen o los bajan los guerrinchas! ¡Además son huacales de segunda!… ¡Son de los que los gringos usaron en Vietnam!––contestó Juancho, con conocimiento de causa.
––¡Huevos! A mí no me ha bajado ningún guerrincha… ¡PRIMERO ME LOS ACABO A TODOS! ––Chalo era jodión, pero “asado”. 
––¡Vaya, vaya, muchachos!… ¡Bájenle al volado! Aquí estamos departiendo entre familia, tranquilos. Yo sé que a ustedes les toca pesado todos los días, pero aquí estamos disfrutando. ¿O no es así?… ––dijo tío Beto, tratando de bajar la temperatura para continuar la juerga con música ranchera de fondo, pero hacía falta algo más: mujeres. 

Yo era el encargado de amenizar la reunión, poniendo discos o cassettes de música mezclada de los que vendía “Supersonido”. Mi tío solo me decía que pusiera música y yo ya sabía de cuál quería. La música iba desde la fiestera hasta la nostálgica, desde cumbiones y rancheras hasta los boleros y los tangos. A medida que el licor hacía sus efectos, el estado de ánimo iba cambiando y la música también, cada vez más eufórica. Así era la costumbre sabatina; charlar, beber, chistar, comer, escuchar música, y para culminar veíamos alguna película de Pedro Infante, para recordar viejos tiempos y sanseacabó.

Ese sábado habían coincidido los dos primos: Chalo –el piloto aviador– y Juancho –el oficial de infantería–, cada uno en su área libraban la guerra contra los insurgentes. Ambos andaban de licencia y querían celebrar que todavía estaban vivos, ya que no sabían si iban a retornar en un ataúd, luego del siguiente operativo. Esta guerra era diferente a la que ocurrió en 1969. En aquel entonces, luego del rompimiento de hostilidades contra Honduras, no pasaron más de tres días; pero en esta ocasión –en los años 80–, la guerra era civil, el enemigo era interno, ya llevábamos varios años y no se le veía fin. Muertos de uno y otro bando, muertos en el área rural y en el área urbana; militares, guerrilleros, curas, hombres, mujeres y niños, de todo estrato social. La sospecha imperaba y la regla general era: ver, oír y callar. Regla no escrita, pero vigente desde los trágicos años 30, cuando el tristemente célebre General Martínez se aferró al poder.

––¡Aquí como que hacen falta mujeres tío! ––dijo Chalo abiertamente. A lo que respondió el tío Beto:
––¡Bueno, pero si aquí tenemos a Pelancha! ––indicando con su mano extendida el área de la cocina, donde Pelancha, la cocinera, estaba “a ocho manos”, en lo mejor de preparar boquitas y un suculento sopón de gallina india con un rimero de tortillas de maíz nuevo, para todos nosotros. 
––¡N’ombe tío! ––repuso Juancho riéndose–– Chalito está pensando en una su novia que lo trae de un ala. Pues si es que ha estado “a dieta” por la campaña allá en oriente. ¿Verdá vos? ––le tiró la pelota a Chalo.
––¡Para qué te digo que no, si sí pues! ––contestó Chalo, con la manida frase de un cómico mexicano.
––¿Te la querés ir a traer Chalito? ––preguntó el tío al sobrino––¡Andá pues, pero decile que se traiga algunas amigas también! ¡Así no solo vos vas a tener compañía!… ––mi tío ya estaba carón.
––¡Vaya Chalo, aprovechá que aquí el tío está de buenas! ––dijo Juancho–– ¡Y te traés alguna bicha para “Esteban”! ––señalándome a mí, que me encontraba buscando la música de ambiente. Todos nos reímos al unísono.
––¡Yo voy tío! Si usted me da la “orden”, la cumplo. ––dijo Chalo, a la vez que se le cuadraba como militar. A lo cual mi tío le respondió poniendo su mano a escuadra, al lado de su sien derecha tal como correspondía, y le ordenó:
––¡Carrera mar pues!…
––¡Copiado! Permiso de llevarme al primo… ––repuso Chalo, poniéndome una mano en mi hombro para indicarme que lo acompañara en la “misión”. Ni lerdo, ni perezoso, me levanté de la silla y me dispuse a partir con rumbo “desconocido”.
––¿Y la comida? ––preguntó Pelancha, la cocinera, pendiente de darle el punto a la sopita.
––¡Usted siga en el oficio, que ya lueguito volvemos! ¡Solo póngale más agua a la olla!––respondió Chalo con definición y todos nos reímos.
––¡Adió! ¡Qué va a ser solo eso! ––dijo Pelancha, muy quisquillosa con su comida.

Así que entramos al coche de mi primo Chalo, un Nissan Sentra con vidrios polarizados, encendió su equipo cuadrafónico con sensorround, que recién le había instalado y que era producto de sus viajes misteriosos a Panamá. El interior del coche retumbaba con los timbales de la cumbia sabrosona de Marito Rivera, como si fuera discoteca ambulante y de inmediato le pegó el acelerón al coche, buscando la salida al bulevar.

––¿Te gusta cómo suena? ––me preguntó Chalo. 
––¡Suena a toda madre Chalo! ¿Este equipo es de los que conseguiste allá en Panamá? ––Pregunté para confirmar, aunque ya me lo había mencionado mi tío.
––¡Cabal! De esos meros primo. Los conseguí a buen precio y me traje unos cuantos para mercarlos por acá… 
––¿No te costaron caro Chalo?
––Sí, son “cariñosos” para la gente ordinaria, pero uno que es “especial”… pues me los traje…
––Dicen que los militares panameños son “poderosos”… ¿Es cierto?
––¡Allá a los militares se les respeta!… Y aquí también primo, estamos demostrando que somos de respeto ¿O no?
––¡Para qué te digo que no, si sí pues! ––le respondí haciendo chiste y carcajeándome.
––¿Y qué ondas ahora que estás de “vacaciones”?… ––Chalo se refería a mi situación en suspenso, por el prolongado cierre de la universidad nacional a causa del operativo militar que hubo años atrás y que había hecho florecer el “negocio” de las universidades privadas. Era difícil dar pie con bola.
––Pues ahí vamos, ahora estoy matriculado en otra privada, pero deja mucho qué desear… siento que me están estafando. ¡Al rato me cambio otra vez!… ––contesté un poco desanimado. 
––¡Lo mejor sería que te fueras al extranjero primo! ––me aconsejó Chalo–– esto acá está “color de hormiga”. 
––¿Y qué pasó pues? ––dije extrañado–– ¿Que no decís que se están dando a respetar?
––Mira primo, nosotros hacemos lo que podemos, pero los gringos… presionan al gobierno acá y… no nos dejan hacer lo que tenemos que hacer…
––¿Y eso? … ––me dejó intrigado. 
––¡La política es chuca primo!…
––Bueno, sí… por ahí salió la noticia de que un coronel en la región norte, como que se había sublevado porque no estaba de acuerdo con lo que le ordenaba el gobierno… ¿será cierto eso?…
––“Cuando el río suena, piedras trae” reza el dicho… pero, a pesar de todo… ¿vaá?
––Comprendo… Pero entonces ¿cuándo se va a acabar esta vaina de la guerra primo? ––dije destanteado.
––MIRÁ, A LOS CABECILLAS YO LOS AGARRARÍA UNO POR UNO Y… ¡TASSS! ¡TASSS! ¡TASSS! ––su respuesta fue contundente. Manejaba el timón del coche con su mano izquierda y con la derecha hacía el gesto, como si tuviera su Browning en la mano y estuviera disparando. Se veía emputado, y agregó:
––Y A LOS MONOS GUERRINCHAS TAMBIÉN…¡TASSS! ¡TASSS! ¡TASSS!
––¡A LA CHUCHA PRIMO!… ¿A LOS BICHOS TAMBIÉN? ––no quería creer lo que estaba escuchando de la boca de mi primo. 
––¡MUERTO EL PERRO SE ACABA LA RABIA!… ¡ES LA ÚNICA FORMA!
––¡Pero… pero… te meterías en un huevo serio primo!… ¿y los Derechos Humanos?… ––me entró aflicción.
––¡Esas son mierdas de los políticos!… como no son ellos los que se dan verga en el monte, por eso cacarean más que una gallina clueca. Si vieras a los pobres campesinos, no hallan para dónde hacerse. Cuando llegamos nosotros, nos dan el  “rancho”, lo que tengan para comer, pero con miedo. Saben que en medio hay “orejas” y cuando lleguen los otros… los van a ajustar los hijos de puta…
––¡Qué jodido eso primo!… ¿Y para dónde se hacen? ––de plano que no se veía solución al conflicto. 
––Pues sí, está jodido, pero si no se ponen claros… se los lleva candanga también…
––¡HIJUELULE!…
––Esta es la vida real primo, no es película… el que quiera entender, que entienda; y el que no, que se lo lleve putas… ¡por pendejo!. 
––Y yo que tengo un chero que acaba de terminar el bachillerato y está necio que quiere meterse a la Escuela Militar dice… ¡Imaginate!
––¡Vos decile que pruebe! Si aguanta, pues que le haga frente… ¡Se sufre, pero se goza también primo!
––¿Se goza?… ––Chalo me dejó confundido.
––Si vieras, los "culos" se alborotan cuando lo ven a uno de uniforme, y no es paja primo…
––¿De verdad?…
––¿Que no nos has visto a Juancho y a mí pues?…¡Cotizados!
––¡Ya vas de presumido primo!… ¡Ni que fueras Tomasito Cruz, el piloto de TOP-GUN! ––se lo dije para provocarlo, pero sabía que varias “rubias” despampanantes  deliraban por los oficiales jóvenes.
––Ese culero solo es pajas…¡Aquí está la mera hacha, primo!… ¡El hacha con que cortaron el tronco donde se rascaba el lomo el tigre! ––A Chalo le gustaba hablar y gesticular, dándole énfasis a sus palabras. 
––¡Puuu!… ¡La mera menganbrea como quien dice! ––había que reconocer que mi primo era atrevido.
—¡Pues sí pues!
––Pero mirá primo, hay chicas que le huyen al verde olivo… ––y eso también era cierto.
––¡En gustos se rompen géneros primo! ¡Cada oveja con su pareja! ––Chalo recurría a la sabiduría popular.
––No pues sí, en eso tenés razón ––En esos momentos ya habíamos dejado el bulevar y zigzagueábamos por las calles de la Colonia San Francisco, subiendo la lomita. 
––¡Hay que tener nave para subir hasta aquí Chalo! ¿Tiene bolas tu novia? ––las residencias allí eran para gente de clase acomodada.
––El tata es abogado, tiene un su bufete y le trabaja a los meros macizos ––o sea que su futuro suegro estaba bien posicionado.
––¿Y no te puso reparos para andar de novio con su hija?
––¡No, qué va! A ese maitro le gusta codearse con… ¡Míreme la seña! ––Chalo puso su mano en la sien derecha, haciendo el saludo militar.
––Bueno, quiere decir que al rato te ponen las “chuchas”… ¡Al rato te “cazan”! ––se lo dije en son de jodarria.
––“Paciencia piojo… que la noche es larga” ––mi primo se hacía el exquisito.
––No pues, si te conviene… ¡te conviene!… ¿vaá?
––“Toco madera” primo ––y le dio un par de coscorrones al tablero del coche–– ¿Y vos? ––me preguntó a quemarropa–– ¿Ya tenés novia?…
––Eso está fregado primo… ––me sorprendió el revira contra.
––¿Cómo que está fregado? ¿No te gustan las que hay o no te dan chance?…
––De haber hay, pero son muy materialistas…
––¡No me vayas a salir con que le tenés miedo a las mujeres!
––¡NO JODÁÁÁS!… ––Chalo punzó mi hombría.
––¿Si te pongo una enfrente? ¿Le das pa’dentro?… ––lo dijo con risita burlona.
––¡Pues sí pues!… pero cuando digo mujeres, no me estoy refiriendo a esas que vos decís…¡SINO A ALGO SERIO PUES!…
––¡Ahhh… “Ángela se llamaba”!… ¡Va’pues! ¡Ponete claro!
––¡Yo estoy claro Chalo!… vos sos el que le estás dando vuelta al asunto…
––¿Ya no puede bromear uno pues? ––esa era la zafada típica de mi primo, luego de tirar la pedrada.
––No pues, así pues sí… vale el chascarrillo ––ni modo, a fin de cuentas éramos primos.
––Ya casi llegamos… voy a ir rapidito. Mientras, vos me esperas aquí, para no entretenernos saludando… OK?
––¡Sale y vale! ––yo ya me estaba imaginando cómo sería la chica que me engancharía mi primo… ¿Sería “rubia peligrosa” también?…

Diciendo y haciendo, Chalo se estacionó a un lado de la pendiente, y mientras iba avanzando a trote, un pick-up 4x4 rojo, vidrios polarizados, que estaba aparcado más arriba, encendió su motor y comenzó a bajar lentamente en dirección opuesta a mi primo, oí el acelerón del motor y vi el destello de la ráfaga por la ventana. Yo no tuve más chance que tirarme al piso del coche, enrollado como un caracol. No hubo respuesta del arma de mi primo, no le dieron tiempo. Solo se oyó la tronazón y el chillido de las llantas del pick-up… los oídos me quedaron zumbando y el corazón se me salía por la boca… 

––¡QU'IJOS DE PUUTAAA!…




Cuento: ¡ UNO POR UNO !…
Autor: ©MarioPERALTA
Tokio, Mayo 2022

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